Paginas Amigas

martes, 27 de julio de 2010

Unidad 2.2. La educación en la era índígena

Se denomina era española o colonial a la época en la que el actual territorio argentino fue conquistado y colonizado por los españoles desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, cuando un grupo de criollos inicia las luchas por la independencia a partir de la revolución de mayo en 1810.



ERA INDÍGENA - ERA ESPAÑOLA - ERA CRIOLLA - ERA ALUVIAL



La era española en América se inicia con el descubrimiento de la existencia de este continente para los europeos. Esto lo hace Cristóbal Colón en el marco de una empresa española. Y es el Papa Alejandro IV quien legitima la conquista a partir de “Bulas” donde se autoriza a los reyes cristianos a conquistar y adueñarse de todos los territorios que no pertenezcan a señores cristianos con la condición de evangelizar a sus aborígenes. Es así como se inician tres largos siglos de conquista y colonización de este continente especialmente por parte de España y Portugal, signados por la tensión entre la política y la religión, entre la espada y la fe. Lleno de luces y sombras tanto por parte de protagonistas europeos como indígenas, tenemos que aceptar que al ser conquistada la América indígena y al ser transplantada la cultura española y portuguesa a estas tierras, se perdió la mayoría de los aportes de la cultura autóctona de América que quedaron truncos sin posibilidad de seguir desarrollándose. Es por eso que hoy hablamos de cultura oriental y occidental incluyendo a América como parte de la cultura occidental, con fuerte incidencia de la cultura grecorromana y cristiana y prácticamente sin incidencia de la cultura aborigen de América.
Estos tres siglos de nuestra historia se caracterizaron por tener una política autoritaria y centralizada; donde el poder se concentraba en el rey de España y en sus virreyes en las colonias americanas: diferentes instituciones de gobierno instaladas en la metrópoli española (Consejo de Indias, Casa de Contratación, ) y en tierras americanas (Gobernación, Consulado, Aduana, Cabildo, etc.) colaboraban con el gobierno y la administración de estas tierras tan grandes y tan lejanas con respecto al reino de España. En general la concepción económica imperante era el mercantilismo, donde la riqueza estaba dada por la posesión de metales preciosos (especialmente oro y plata). Esto generó que España “saqueara” la mayoría de esos metales abundantes en América y los llevara hacia sus tierras, aunque gran parte de ellos los perdería por no implementar buenas políticas productivas y tener que importar muchos de los productos que necesitaba a las demás potencias de Europa. Con las colonias instaló un fuerte monopolio y habilitó muy pocos puertos para asegurar el control. Esto también favoreció la aparición del “contrabando” que buscaba mejorar las ganancias comerciales en lugares como Buenos Aires, alejados de los grandes centros y muchas veces apañados por las autoridades. La sociedad colonial estaba organizada en grupos bien delimitados: los españoles que en general ocupaban los cargos públicos más importantes y/o se dedicaban al comercio – los criollos, hijos de españoles nacidos en América, muchos de los cuales habían realizado estudios universitarios en América o Europa – los mestizos, entre los que se encontraban los “gauchos” que vivían en las zonas rurales – los esclavos, generalmente de raza negra.


Para esta unidad, se seleccionaron las películas La misión y Estación Central, y el cuento El libro, de Manuel Mujica Laínez. A partir de ellos se abordarán los siguientes temas:
Ø Educación y conquista: violencia simbólica o transformación superadora
Ø La Iglesia como agente eduacional.
Ø Autoridad y autoritarismo
Ø La educación de la mujer
Ø El analfabetismo

EDUCACIÓN y CONQUISTA
Denominamos cultura a las distintas formas de uso, apropiación, distribución y producción de bienes materiales y simbólicos mediante las cuales diferentes grupos, clases y sectores sociales constituyen su identidad y marcan sus formas de habitar el mundo. La existencia de variadas formas culturales en un mismo espacio social da lugar a situaciones complejas donde muchas veces se conforma un campo de batalla donde se dirimen las distintas formas culturales, intentando que se legitime alguna de ellas.
De alguna forma la educación es una tarea que se encarga de producir y distribuir las formas culturales consideradas legítimas y valiosas. Y necesariamente se producirán tensiones cuando las formas culturales que pretende transmitir el educador son muy diversas u opuestas a las formas culturales de origen del educando.
Si volvemos al concepto de educación como la transformación de un ser humano hacia un estado mejor y deseado, en el caso de la heteroeducación lo podemos relacionar con la “conquista”. A su vez el concepto “conquista” se relaciona tanto con la guerra en el caso de la conquista de imperios, territorios, etc., como con el amor cuando se trata de conquistar a otro.
Querer educar a otro implica siempre tratar de que incorpore algunos conocimientos nuevos, diferentes a los que posee, y que los seduzcan de tal modo que el educando decida dejar su forma de ser para transformarse en otra forma a partir de esos conocimientos nuevos. La forma de presentarle al educando los nuevos conocimientos puede realizarse mediante la persuasión e intentando que de alguna forma los seduzcan, los reconozca como valiosos y los incorpore a su forma de ser y de habitar el mundo (acá podríamos hablar de una “erótica docente”); pero también puede realizarse mediante la imposición, mediante la violencia física y/o simbólica.
La educación como conquista amorosa, parte del respeto del otro y de la valoración de algo que el otro no posee, y busca que el otro se mejore a sí mismo, que supere su actual estado de ser. En la película La misión, podemos observar ejemplos de esta relación pedagógica entre el Padre Gabriel y Rodrigo, que decide transformarse y vivir cuidando y educando a los indígenas que antes perseguía en una de las misiones jesuíticas. Y también son ejemplos de esta relación pedagógica los numerosos guaraníes que transforman parte de sus formas culturales aceptando e incorporando a su vida cotidiana conocimientos sobre variadas cuestiones (arquitectura, agricultura, economía, organización social, etc) acercados por los jesuitas. En cuanto a la religión, ellos se convierten al cristianismo y algunos hasta llegan a elegir seguir al Santísimo Sacramento, rezar y no matar ni defenderse aún en el momento más terrible de sus vidas, cuando son atacados sin piedad por los españoles y portugueses quienes deberían actuar como cristianos y no lo hacen. Son numerosos también los ejemplos en la literatura, en la historia argentina y en la vida cotidiana de nuestras escuelas donde a veces se da este proceso de transformación cultural donde un alumno es seducido por algún conocimiento o forma cultural nueva y se transforma a sí mismo, inclusive aceptando el riesgo de la traición y/o diferenciación y distanciamiento de los suyos.
La educación como conquista violenta, parte de la valoración de algo que el otro no posee, pero se olvida del respeto de ese otro. No seduce, impone. Quiere transformar al otro en un estado mejor y deseado para mí; y donde este para mí puede querer significar la valoración subjetiva por parte del educador de la transformación del otro, o la valoración del otro transformado porque a mí me conviene dicha transformación. En la película la misión y en la historia de la conquista y colonización de América aparecen numerosos ejemplos de esta relación que no llamaremos educativa y que muchos denominan “violencia simbólica”. También el Ñuto Ascencio sufrió violencia simbólica en la escuela. Y también hay muchísimos ejemplos en la literatura, en la historia y en las aulas de las escuelas argentinas. Muchas pedagogías llamadas críticas han puesto su atención en este fenómeno y acusan a la escuela de transmitir, imponer una cultura específica, avalada por el grupo dominante, y así la escuela subestima a quienes no poseen esa cultura y al mismo tiempo los transforma en seres sociales funcionales a las estructuras socioeconómicas imperantes sin posibilitar el cambio de las mismas lo que permitiría una transformación auténtica de las personas que pertenecen a clases bajas o marginadas. Es decir, según las teorías críticas la escuela transmite las formas culturales de la clase dominante y no colabora con la equidad sino que reproduce las desigualdades sociales.
El planteo de las pedagogías críticas es interesante para atender y respetar a los diversos alumnos, pero deja sin resolver el problema sobre qué recorte cultural habrá que transmitir en las escuelas. Porque educar implica necesariamente el proponer algo desconocido por el educando; a éste no le serviría que, por no violentarlo, uno solo le proporcionara los conocimientos y las formas culturales que ya posee. Inevitablemente quienes deciden educar tienen qué definir qué van a enseñar, qué es lo que consideran muy valioso y por lo tanto imprescindible para que los otros lo aprendan. En la era colonial esa decisión correspondió a las autoridades del reino español que definieron que lo más importante eran las enseñanzas de la religión católica. Esta preocupación religiosa se dio por la íntima relación que existía entre el estado español y la Iglesia católica y porque la bula de Alejandro VI, que había legitimado la expansión española en América, había hecho de la conversión de los aborígenes al cristianismo el motivo justificador de la conquista.

LA IGLESIA, COMO AGENTE EDUCACIONAL
Así fue como en esta época el agente educacional más importante fue la Iglesia.
La tarea de evangelizar y educar estuvo fundamentalmente a cargo de órdenes religiosas (dominicos, agustinos, franciscanos, jesuitas,etc.) que empezaron a llegar junto con los conquistadores y formaron espiritual e intelectualmente a las colonias durante tres siglos.
En cuanto a la educación de los indígenas, trataron desde el principio convertirlos al cristianismo e incorporarlos a las formas de vida de la civilización española y occidental. La educación consistía en instrucción religiosa y también una formación práctica: leer, escribir, contar, y diferentes oficios.
Muchas veces las órdenes religiosas tuvieran dificultades con el poder el civil y los colonizadores cuyos intereses políticos y especialmente económicos, chocaban con la acción evangelizadora de los religiosos. Por eso la corona que pretendía una colonización pacífica que conservara a los indígenas, optó por autorizar el “sistema de misiones”, en el que se destacaron los jesuitas (Compañía de Jesús). En ellas los jesuitas organizaban a los indígenas en reducciones gobernadas por caciques, alcaldes y regidores indios, bajo la supervisión de sacerdotes jesuitas. Esos pueblos, independientes de la autoridad de los gobernadores y del contacto de los encomenderos, fueron un poderoso medio de defensa de los indios, donde no se los explotaba con fines de lucro y se los acostumbraba a vivir en una organización basada en los principios del trabajo, la convivencia social y la religión católica. En el Paraguay fue donde su obra cobró mayor esplendor, logrando reducir más de treinta pueblos a los que dieron una educación integral que tendía al mejoramiento material, sensible, intelectual, moral y espiritual de los indígenas. Los jesuitas comenzaban por pacificar a los indios, reunirlos en reducciones e inculcarles hábitos de orden y disciplina. A cada familia le adjudicaban una propiedad con su quinta para su subsistencia. Les enseñaban la doctrina católica con el idioma de los aborígenes de la manera más comprensible posible. También les enseñaban las primeras letras, el canto popular y litúrgico, y diversos oficios y trabajos de industrias manufactureras y agropecuarias. Esta magnífica obra se derrumbó con la expulsión de los jesuitas de España y América en 1767 por orden de Carlos III.


En cuanto a la educación en la sociedad colonial, también esta estaba en manos de miembros de la Iglesia.
Existían escuelas de primeras letras en parroquias y conventos donde se enseñaba el catecismo, a leer, a escribir y a contar y realizar las cuatro operaciones fundamentales en forma gratuita. Posteriormente aparecieron algunas escuelas similares donde el maestro era un laico que solicitaba algún lugar en el Cabildo para dictar sus clases. Evidentemente los que asistían eran un porcentaje mínimo de la población, siendo estas sociedades mayoritariamente analfabetas.
También existían a partir del siglo XVII estudios preparatorios que funcionaban en algunas aulas de conventos y donde se enseñaba latinidad y filosofía que incluía lógica, física y metafísica aristotélica. Estos estudios preparaban para poder iniciar estudios universitarios que eran dictados en latín. El Colegio de Monserrat de la ciudad de Córdoba fue fundado por los jesuitas como preparatorio para el ingreso a su Universidad y no solo fue el más reconocido de la época sino que continúa como Colegio de nivel secundario en la actualidad..
El único centro de estudios universitarios de la época colonial en el actual territorio argentino fue la Universidad de Córdoba. En 1613 los jesuitas fundaron el Colegio Máximo, que fue autorizado en 1624 a otorgar títulos de grado bachiller, licenciado, maestro y doctor por 10 años. En 1634 se constituyó en Universidad ya que el Papa Urbano IV le otorgó la facultad de conceder grados académicos a perpetuidad . En 1680 mejoró su organización a través de “constituciones” (hoy estatutos) que organizó el gobierno de la misma con absoluta independencia de las autoridades civiles, determinó atribuciones y deberes de los diferentes funcionarios designados por el provincial de los jesuitas y estructuró los estudios en dos facultades: a) facultad de artes que abarcaba el estudio de la filosofía (lógica, física y metafísica de Arsitóteles) con tres años de estudio y dos de pasantía b) facultad de teología que abarcaba el estudio de cánones, moral,y teología en cuatro años de estudio y dos de pasantía. La enseñanza de esta universidad estaba destinada a formar a los miembros del clero y tuvo una gran gravitación cultural ya que por intermedio del sacerdocio que conformaba la capa intelectual de la sociedad se infiltraba en los otros espacios de la sociedad.


En definitiva, era la Iglesia católica el agente educacional primordial de esa época de más de tres siglos que formó las raíces de nuestra Argentina. Llegando a 1810 la mayoría de los habitantes eran católicos; la cosmovisión, la cultura de la sociedad era católica. Y en los sucesos de la semana de mayo participaron muchos de los miembros de la Iglesia en los debates y tomas de decisiones, como por ejemplo el Obispo de Buenos Aires Lue y otros sacerdotes, que se opusieron a la conformación de una junta de gobierno, y otros sacerdotes como Alberti , que apoyaron la postura libertaria. También los ejércitos revolucionarios iban con capellanes que predicaban, sostenían, animaban a las milicias. Otra cuestión fue la prédica de las ideas revolucionarias a través de La Gazeta: allí participó también el Padre Alberti recibiendo artículos del interior y editando la revista junto a Mariano Moreno; luego desde diciembre de 1810 el director de LG fue el Dean Funes (Córdoba). Pero como la mayoría de los habitantes eran analfabetos, se les pidió a los párrocos de cada parroquia que ayudaran a difundir las ideas leyendo y explicando los artículos de LG después de la misa dominical. Y en el Congreso de Tucumán de 1816 donde se declaró nuestra independencia, 12 de los 19 congresales eran sacerdotes (Fray Justo Santa María de Oro, el más recordado).